6 agosto, 2017
En tiempos de innovaciones disruptivas basadas en nuevas tecnologías, quizá la mayor revolución educativa de América Latina sea puramente humana. Se trata de las redes de tutorías, un modelo pedagógico adoptado en escuelas vulnerables rurales de México, con impacto profundo y expandido. Richard Elmore, especialista de la Universidad de Harvard con un amplio recorrido por […]
En tiempos de innovaciones disruptivas basadas en nuevas tecnologías, quizá la mayor revolución educativa de América Latina sea puramente humana. Se trata de las redes de tutorías, un modelo pedagógico adoptado en escuelas vulnerables rurales de México, con impacto profundo y expandido.
Richard Elmore, especialista de la Universidad de Harvard con un amplio recorrido por el mundo de la educación, describió así la experiencia:
“Los adolescentes experimentan el gozo interior de aprender y teniendo la oportunidad de convivir con quienes así aprenden, serán completamente capaces de conducir su desarrollo hacia el orden, la reflexión y el autocontrol. Algo que sorprende sobremanera en estas experiencias es la casi total ausencia de disciplina externa con la que en otras partes se controla el comportamiento, el empeño y la palabra […]. Cuando están aprendiendo manifiestan tener propósito firme, creatividad y dominio personal, en mayor grado del que son capaces muchos adultos”.
En 2015, Educación 2020 comenzó un proceso de acción/investigación de modelos que inspiren la transformación del sistema educativo desde la sala de clases, desde la relación interpersonal. En México, Educación 2020 descubrió las redes de tutoría y trajo el modelo a Chile para implementarlo junto a distintos colegios en todo Chile. Así nació el proyecto Innovar para Aprender, que busca promover la calidad educativa a través de distintas estrategias de innovación pedagógica.
¿De qué se trata Redes de Tutoría?
El modelo pedagógico de la relación tutora se basa en principios muy simples:
1-Los estudiantes eligen un tema en base a los contenidos curriculares obligatorios. En general se trata de un texto de lectura o un problema de matemática. Están dentro del programa oficial, pero la clave es que ellos eligen qué tema quieren aprender.
2-Los tutores adultos, que han sido capacitados por la red de asesores del proyecto, enseñan a sus estudiantes con un método basado en la mayéutica socrática: muchas preguntas que van abriendo el camino interior del aprendizaje de cada alumno.
3-Los alumnos y alumnas que adquieren los conocimientos de cada tema realizan una presentación a sus compañeros, tutores y familiares. Esto funciona como una especie de rito que reemplaza al examen, es vivido como un dominio del conocimiento basado en la comprensión, no en la memorización (quizás por eso es festejado colectivamente con alegría).
4-A partir de ese momento los alumnos y alumnas están habilitados para enseñar esos temas a sus pares (incluso mayores que ellos o a personas adultas) con el mismo método de la relación tutora. Esto multiplica la cantidad de enseñantes y aprendices, que se ven por todas partes en los rincones dentro y fuera de la escuela, sentados de a pares, “tutorándose”.
El modelo tiene una potencia inusitada. ¿Cuáles son sus secretos?
Gabriel Cámara, el educador que lideró la propuesta en sus etapas de gestación, repite que el primer secreto es su simplicidad. La relación tutora recupera el saber ancestral del aprendizaje artesanal mano a mano, uno a uno. El método se reduce a una serie de instrucciones simples y poderosas.
En general, las pedagogías que buscan cantidad son simplificaciones que rutinizan y empobrecen el aprendizaje. Las pedagogías que logran profundidad son complejas, requieren mucha formación y generalmente no prenden a gran escala. El primer secreto de la relación tutora es haber encontrado una fórmula para combinar profundidad y escala.
La relación tutora es un sorprendente hallazgo pedagógico que despliega la paciencia, la escucha, la retroalimentación, el interés y la comprensión. Convierte a los estudiantes en docentes y viceversa. Los tutores profundizan su aprendizaje al enseñarlo. Incluso, enseñar pasa a ser valorado socialmente; los niños, niñas y jóvenes sienten el orgullo por convertirse en tutores. La relación tutora crea valor social en la enseñanza y el aprendizaje. Lo aprendido se cuenta en las casas, en las cenas familiares. Al multiplicar como un reguero de pólvora la conversación educativa se afianza lo aprendido y se construye el deseo de seguir aprendiendo.
Otro de los secretos de la relación tutora es la escucha. El método requiere sentarse uno a uno y seguir el ritmo del aprendiz. No vale imponer una norma homogénea, hay que adecuar el ritmo a cada sujeto. Esto convierte a los tutores en sujetos pacientes, que deben abrir una pregunta atrás de otra (tantas como sea necesario con cada individuo) para llegar al conocimiento. Es un método que resalta el valor de la paciencia y, al hacerlo, revela la falta de escucha que tiene la pedagogía expositiva tradicional.
La esencia del método coincide con la evidencia internacional sobre las buenas prácticas de enseñanza. John Hattie condujo una serie de meta-evaluaciones de centenares de estudios sobre los métodos de enseñanza. La práctica más efectiva que halló fue la enseñanza con retroalimentación cognitiva constante. Esto es exactamente lo que sucede en la relación tutora: el tutor pregunta qué y cómo aprende el alumno una y otra vez hasta afianzar el dominio individual de aquello que se está enseñando.
Con este método se promueve la metacognición. Los alumnos se convierten en expertos en sus formas de aprender y la de los demás. Los temas, atravesados por este proceso, ya no son simplemente memorizados para el examen. Mediado por la reflexión constante sobre su sustancia, el aprendizaje se convierte en comprensión.
El modelo no cubre todo el currículum ni reemplaza por completo a las prácticas pedagógicas tradicionales. Pero cuando se aplica fomenta habilidades de diálogo, argumentación, investigación y metacognición. Los alumnos y alumnas aprenden a tomar decisiones con autonomía y ganan en confianza al mismo tiempo que abren más puertas hacia la empatía y la solidaridad.
El proyecto nació en 1996, con una propuesta de la Asociación Civil Aprender con Interés para potenciar la educación secundaria en contextos rurales a pedido del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE). A partir de 2009 tomóimpulso masivo con el Programa Emergente para la Mejora del Logro Escolar (PEMLE), dirigido a las escuelas telesecundarias. Luego la Estrategia Integral para la Mejora del Logro Educativo (EIMLE) lo masificó a más de 9.000 escuelas en todo México.
En las mediciones de impacto que se han tomado, los resultados han sido asombrosos. Las escuelas telesecundarias, durante el período de implementación de las redes de tutoría mejoraron sus aprendizajes ampliamente frente al resto del país. Un estudio demostró que las escuelas con redes de tutorías aumentaron notablemente sus aprendizajes medidos por las pruebas nacionales de México entre 2009 y 2011, reduciendo al mismo tiempo la deserción escolar.
En 2012 se realizaron en las 28 mil escuelas secundarias del país, talleres demostrativos de relación tutora para docentes y estudiantes, lo que permitió el conocimiento de la relación tutora por 30 mil profes y 2 millones de alumnos y alumnas. Asimismo, 475 escuelas han realizado intercambios académicos entre regiones y estados, como estrategia para mejorar la calidad de la tutoría que brindan e incrementar el número de temas del catálogo. Además de México y Chile, Redes Tutoras se implementa en Canadá, Tailandia, Singapur, Toronto y Nueva California. La gran escala y traspasar fronteras culturales será un desafío para las redes tutoras.
Elmore, después de visitar varias escuelas con redes tutoras, decía: “los jóvenes que practican la tutoría son absolutamente competentes, muy empeñosos, atentos, empáticos, maduros y carismáticos. Quienes tienen amplia experiencia en la tutoría refieren como algo regular que al principio los jóvenes mexicanos se muestran tímidos y retraídos con los adultos. Después de seguir las prácticas de la tutoría invariablemente se transforman, se vuelven decisores, seguros, sociables y afectuosos”.
Estos atributos son francamente humanos. En tiempos donde buscamos en las máquinas respuestas de gran escala para potenciar el aprendizaje, descubrimos en las redes tutoras una revolución educativa invisible. No son, todavía, las máquinas las que personalizan el aprendizaje. Son modelos pedagógicos innovadores, que salen de la organización homogénea para encontrar a los sujetos. Son los deseos de aprender y enseñar los que movilizan las redes tutoras.
Aquí puede verse una lista de publicaciones sobre las redes de tutoría, aquí un video que resume la experiencia con la palabra de los actores y aquí el documental “Maravillas”, que cuenta la historia desde sus entrañas.
Publicación original vía Graduate XXI.
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