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¿Por qué cierran las universidades?

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22 septiembre, 2017

A principios de este año estalló una crisis financiera en la U. Iberoamericana que se tradujo en incertidumbre. A varias semanas de haber comenzado el segundo semestre, aún hay carreras que no inician sus actividades. Educación 2020 alertó de esta situación y criticó la acreditación por años que se le otorgó.  La situación es preocupante […]



A principios de este año estalló una crisis financiera en la U. Iberoamericana que se tradujo en incertidumbre. A varias semanas de haber comenzado el segundo semestre, aún hay carreras que no inician sus actividades. Educación 2020 alertó de esta situación y criticó la acreditación por años que se le otorgó. 

La situación es preocupante y deja una sensación de Déja vu. Imposible no recordar las crisis vividas por la U. del Mar y la ARCIS. En el caso de la primera, más de 20 mil alumnos se vieron afectados al ver sus carreras truncadas. Muchos aún no logran titularse y otros simplemente abandonaron la educación superior, no pudiendo cumplir sus sueños de ser profesionales.

Por otro lado, la agonía de la ARCIS duró varios años, desde que en 2015 se nombrara a un administrador provisional que no pudo sanar la precaria situación financiera hasta la decisión de cierre, tomada por el Ministerio de Educación hace algunos meses. Allí, más de 500 alumnos deberán ser parte de un plan de cierre o reubicados en otros planteles, afectando así sus estudios.

¿Por qué pasa esto? En cuatro puntos explicamos este grave fenómeno.

1.-Mercado educacional

En los últimos 20 años, 19 instituciones han cerrado sus puertas. Al mismo tiempo, el “mercado” de la educación, ha permitido el nacimiento y crecimiento de nuevas instituciones sin que exista mucha regulación al interior del sistema. Esto permite que existan irregularidades en el manejo de los planteles, lo que lleva a situaciones críticas como la que vivió la U. del Mar o la que está viviendo la U. Iberoamericana.

2.-Acreditación voluntaria

Actualmente la acreditación es voluntaria, por lo que los planteles no están obligados a someterse al proceso. En el caso de las universidades sin acreditación, no se sabe si es que cumplen con estándares mínimos para su funcionamiento, ya sea académico o financiero. Hoy, más de 500 mil alumnos cursan carreras que no están certificadas y hay más de 70 instituciones que funcionan sin acreditación. Por ello se hace necesario una acreditación obligatoria y rigurosa, que esté basada en estándares mínimos.

En ese sentido, la propuesta de la fundación es que la categoría de “universidad” sea para las instituciones de calidad, con al menos cinco años de acreditación, incluyendo investigación y vinculación con el medio. Además, Educación 2020 propone que la acreditación de carreras también sea obligatoria, mejorando la actual idea que sólo establece la acreditación de Medicina y Pedagogía.

3.-Poca fiscalización y desregularización del sistema

La falta de una institución encargada de fiscalizar el sistema de educación superior ha permitido que algunas instituciones funcionen cumpliendo requisitos mínimos. Solamente la Dirección de Educación Superior (DIVESUP), que no tiene el personal suficiente para fiscalizar, se encarga de ver cómo funciona el sistema. Por esto es necesaria la creación de una Superintendencia de Educación Superior, que vele por el buen funcionamiento de las instituciones y que garantice los derechos de los estudiantes.

Además, la instalación del mercado de la educación permitió una desregularización del sistema, lo que dio paso a planteles precarios que terminaron cerrando. Por otro lado, este sistema dejó con pocas atribuciones a los planteles para que actúen cuando están viviendo crisis. En el caso de la ARCIS y la U. Iberoamericana, ambas instituciones reaccionaron tarde a los problemas que estaban viviendo.

4.-Falta de rigurosidad en acreditación

Hace algunos meses, cuando se dio a conocer los problemas de la U. Iberoamericana, el presidente de la Comisión Nacional de Acreditación, Alfonso Muga, señaló que la institución fue acreditada -de forma responsable- por dos años. Sin embargo, la presidenta Ejecutiva de la fundación, Mirentxu Anaya, señaló que los antecedentes entregados por la misma comisión en el informe de evaluación de la institución demostraron serios problemas.

Por ello, Anaya remarcó la necesidad de que se reemplace la Ley de Acreditación, para que la certificación sea obligatoria y rigurosa.

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