26 septiembre, 2016
En el marco del octavo aniversario de Educación 2020, radio Universidad de Chile conversó con nuestro Director de Política Educativa, el Sociólogo y Magíster en Gestion y Políticas Públicas, Manuel Sepúlveda. En la entrevista, Sepúlveda comentó la historia de Educación 2020 y reflexionó sobre la reforma educativa en marcha.—¿Cómo ha estado esta celebración de ocho […]
En el marco del octavo aniversario de Educación 2020, radio Universidad de Chile conversó con nuestro Director de Política Educativa, el Sociólogo y Magíster en Gestion y Políticas Públicas, Manuel Sepúlveda. En la entrevista, Sepúlveda comentó la historia de Educación 2020 y reflexionó sobre la reforma educativa en marcha.
—¿Cómo ha estado esta celebración de ocho años de Educación 2020?
—Cuando se cumplen años uno hace balances de lo avanzado y de lo que falta. Educación 2020 ha dado pasos importantes desde su nacimiento, que tiene mucho de fortuito también. Mario Waissbluth escribe una columna que él no esperaba que fuera polémica, pero lo fue. Era el 2008, venía la fuerza de la revolución pingüina del 2006, había preocupaciones pero no todos los temas estaban resueltos. Así empieza a darse un movimiento ciudadano que da paso a esta fundación que ya tiene ocho años de vida.
—Qué balance hacen en estos años, en los que han sido un agente importante para reinstalar el tema de la educación en el país.
—El mandato de Educación 2020 es incidir en las políticas públicas en educación. No es posicionar a 2020, sino posicionar las consignas que nos interesan. Por ejemplo, segregación en educación, Educación Pública, profesión docente y de directivos. Los temas están ahí no gracias a nosotros, lo nuestro ha sido un granito de arena. El movimiento social del 2011 tiene un protagonismo muy importante. También hemos tratado de tener un rol articulador en lo avanzado y lo pendiente. La reforma educativa no está para nada completa. Hay proyectos aprobados y van a requerir implementación, eso va a marcar el éxito o el fracaso de la reforma.
—Cuando nace Educación 2020 lo hace con mucho protagonismo de la figura de Waissbluth.
—Él es el gestor. Su columna fue polémica, luego Mario reconoció que era un análisis limitado de la educación chilena y fuimos descubriendo problemas muy complejos y transversales. La columna la toma un grupo de estudiantes de ingeniería de la Universidad de Chile, que le dicen a Mario: profe, hagamos algo. Justo Mario recibe una invitación a Tolerancia Cero, para la sección “Una idea para mi país”. Se redacta un manifiesto, al que se suman más de 10 mil o 15 personas en pocos días, y luego se le entrega a las autoridades. Ahí se forma un equipo de trabajo que empieza a expandirse. Todavía se critica que Educación 2020 son puros ingenieros, pero la verdad es que hoy son absoluta minoría: hay profes, sociólogos, abogados, asistentes sociales, ingenieros, periodistas, diseñadores. Ese equipo profundiza en los temas que van sobre la mesa.
—Cuál es el primer diagnóstico y los primeros temas que instala Educación 2020.
—Ese primer manifiesto originó la primera Hoja de Ruta, el primer documento marco de Educación 2020, que se basa en profesores, directivos y recursos para los colegios más vulnerables.
—Esa crítica al profesorado tuvo bastantes reacciones.
—Sí, por la columna. Luego la crítica se matiza y proponemos más apoyo a los docentes. Esa primera hoja de ruta planteaba soluciones dentro de las reglas del juego. De hecho, Educación 2020 lo plantea: bajo este sistema político es difícil conseguir cambios estructurales y por lo tanto hay que hacer algo ahora ya, porque hay niños, niñas y jóvenes en la sala de clases. Pero viene el 2011 y se corre el cerco. Entonces, por el aprendizaje que tuvo Educación 2020 en esos años, por los insumos de los centros de estudios, que son muy buenos en Chile, y el movimiento social; se entiende que esto no se va a solucionar sin un cambio estructural a las bases de la educación chilena. En 2013 presentamos una segunda hoja de ruta: la Reforma Educativa que Chile Necesita, con propuestas que ahora iban desde preescolar hasta educación superior.
—¿Y cuáles son esos cambios que Educación 2020 quiere instalar en la agenda educativa?
—Ese segundo documento señala que no se van a solucionar los problemas de la educación chilena mientras entendamos el sistema educativo bajo reglas de mercado. Los incentivos a la competencia, el lucro, el financiamiento compartido y la selección deben eliminarse progresivamente y cambiarse por otros pilares: desarrollo en nivel parvulario, Educación Pública, sistema de desarrollo profesional docente. Hay algunos de esos elementos que se han comenzado a discutir, otros están a la espera. Hoy estamos tirando líneas de lo que esperamos de los programas presidenciales, hay toda una discusión sobre transformar la sala de clases, lo que se conoce como innovación educativa.
No podemos seguir pensando la educación con un profesor adelante que entrega y dicta conocimiento a estudiantes pasivos en la sala. Queremos que los estudiantes sean protagonistas de su aprendizaje. Hoy, Educación 2020 está implementando experiencias de transformación de la sala de clases en varias escuelas. Para eso es clave nuestro Centro de Liderazgo Educativo, que, en muy simple, es nuestra pata en terreno. El equipo que está en la sala de clases, con los equipos directivos, con los sostenedores. La idea es entregar nuestro conocimiento, acompañar, y recoger lo que ahí está, la opinión, para llevarlo a la propuesta de política educativa cuando vamos al Congreso. Un mismo día, estamos trabajando en un colegio, con un profe o estudiante, y en el Senado discutiendo sobre un proyecto tan importante como Educación Pública, que desmunicipaliza los colegios públicos.
—Para cerrar, qué nos puedes decir sobre la educación superior y la importancia del profesor en ese proyecto.
—Si uno dividiera el proyecto de educación superior, tiene dos partes. Primero, una de aseguramiento de la calidad o de cambio estructural, que es lo más positivo del proyecto: implica una subsecretaría, la superintendencia, los cambios en acreditación. Pero la segunda parte es muy deficiente, la que tiene que ver con la Educación Pública como valor, en una discusión más filosófica, y con el cambio en el modelo de financiamiento. Ese es el gran ausente en la discusión: cómo es el sistema de educación superior que queremos construir para los próximos 20, 30 o 50 años. Ahora, el sistema de desarrollo profesional docente o carrera docente avanzó en establecer mayores requisitos de ingreso para ejercer la pedagogía, pero también falta, el proyecto de educación superior debería resolverlas. Es un proyecto complejo, que hoy está en tierra de nadie y creemos que requiere una división de agendas: de corto, mediano y largo plazo, para así solucionar los elementos donde hay más acuerdo.
La entrevista puede escucharse acá.
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