Nos encontramos en un escenario inédito: las clases presenciales para niños, niñas y jóvenes en educación escolar y superior han sido suspendidas, por meses, en prácticamente todo el mundo, siendo reemplazadas por la modalidad de educación a distancia. En Chile, este desafío ha resultado difícil para muchos e imposible para algunos de los más de 3,6 millones de escolares sin clases presenciales y los más de 11 mil establecimientos educacionales.
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La urgencia sanitaria ha obligado a innovar y acelerar procesos de digitalización y educación remota como nunca se había visto en la historia y, una vez más, ha quedado en evidencia la brutal desigualdad de nuestro sistema educativo. Con todo, una de las grandes dudas que surge entre las comunidades educativas es: ¿cuándo y cómo será el retorno a clases presenciales?
Al día de hoy, el único territorio en nuestro país que ha iniciado la vuelta a clases de forma gradual es Rapa Nui, partiendo por los secundarios a partir del 1 de julio. Por su parte, en territorio continental, la escuela María Antonieta Parra Monsalve de Puerto Sánchez, una escuela rural con una matrícula de cinco estudiantes de la región de Aysén, retornó a clases el día 7 de julio.
“Una de las preocupaciones que tienen hoy las escuelas es respecto a cómo acompañar desde la contención socioemocional a las y los estudiantes una vez que vuelvan a clases».
“Una de las preocupaciones que tienen hoy las escuelas es respecto a cómo acompañar desde la contención socioemocional a las y los estudiantes una vez que vuelvan a clases».
Nuestra experiencia en las escuelas
La palabra que más se repite actualmente en las escuelas es “incertidumbre”. Si bien el Mineduc se encuentra trabajando en un protocolo para el retorno a clases, al día de hoy no existe una fecha para el retorno presencial ni las orientaciones que tendrá la escuela para desarrollarlo. A esto, se suman preocupaciones, dudas y la demanda por un retorno que priorice la salud y garantice el bienestar de cada uno de los integrantes de las comunidades educativas.
“Una de las preocupaciones que tienen hoy las escuelas es respecto a cómo acompañar desde la contención socioemocional a las y los estudiantes una vez que vuelvan a clases, cómo será la implementación de medidas de distancia social y cómo armar la jornada diaria considerando esta nueva forma de relacionarse”, dice la directora de desarrollo de Proyectos de Educación 2020, Michelle Olguí, en base a las experiencias junto a los distintos establecimientos que acompaña la fundación.
En la misma línea, agrega que existe mucha preocupación en torno a la asistencia, una posible baja en la matrícula y la exclusión escolar: “hay estudiantes que no han tenido contacto en este período con las escuelas y se teme que no vuelvan”.
Desde Educación 2020 compartimos que el regreso a clases presenciales debe ocurrir sólo cuando cada establecimiento cuente con las condiciones sanitarias que permitan proteger la salud de las y los estudiantes y sus familias. Sin embargo, nos parece importante también que las comunidades educativas cuenten con información oportuna y claridad en relación al año escolar, por lo que creemos necesario explicitar los criterios que se tomarán en cuenta para esta decisión.
Cualquiera sea la estrategia, ésta deberá ser capaz de dar garantías para que las familias y las propias comunidades educativas consideren que la escuela es un lugar seguro.
El retorno a clases presenciales en el mundo
La apertura de escuelas en otros países ha sido una experiencia llena de desafíos, incertidumbres y lecciones, hoy sigue siendo quizás muy temprano para sacar conclusiones. Cada país tiene sus particularidades y no existen fórmulas universales. Lo anterior no es obstáculo para concluir algunas ideas que hay que tener en cuenta al momento de implementar la vuelta a clases presenciales.
Los países que ya se han “abierto” han debido implementar nuevas prácticas y formas de relacionarse, las nuevas conductas higiénicas y sociales han sido centrales en la estrategia de cada nación para enfrentar el retorno a clases.
Corea del Sur, uno de los modelos exitosos es la contención de la pandemia, abrió 200 de sus escuelas el 20 de mayo luego de que retrasara la apertura planificada para el 6 de mayo producto de un aumento de contagios. Otro caso ejemplar es el de Nueva Zelanda, la que reabrió sus escuelas el 18 de mayo pasado sin presentar necesidad de volver a cerrarlas.
El primer país europeo que abrió las escuelas fue Dinamarca, en el mes de abril, país que ha podido mantener sus escuelas abiertas. Otros territorios, como Escocia, han decidido implementar modelos “híbridos” con clases presenciales y remotas. Más cerca, en el vecindario latinoamericano, Uruguay se convirtió en el primer país de la región en volver a clases presenciales el día 1 de junio, pero rápidamente debieron dar pie atrás por un repunte de casos, suspendiéndose hasta el pasado 3 de julio. La apertura y cierre consecutivo de escuelas es una realidad que podría volverse recurrente dado el fantasma de la segunda ola de contagios que se está temiendo en los países que han podido contener la primera ola.
Claves para el retorno presencial a clases
«Es necesario considerar la voz de las comunidades educativas en la toma de decisiones: preguntarles cuáles son sus necesidades, preocupaciones, los temas que quisieran que se consideren a la hora del retorno a clases».
- Financiamiento:
Es probable que dadas los requerimientos de aislamiento social y las diversas realidades familiares muchos apoderados prefieran que sus hijos e hijas no asistan todos los días al colegio. Esto, sin duda, impactará en la asistencia inicial y terminará por perjudicar el financiamiento de las escuelas en un contexto en que los recursos son más que necesarios. En este nuevo escenario, es fundamental dar garantías a los establecimientos, siendo una de ellas el financiamiento estable y regular,
que no dependa de la asistencia de las y los estudiantes, como ocurre actualmente.
En la misma línea, posiblemente las escuelas atravesarán desafíos en la adecuación de sus espacios adaptando salas, espacios comunes y baños, deberán disponer de artículos de higiene, jabón, alcohol gel, acceso al agua potable, entre otras inversiones y gastos que requerirán de más recursos. Se debe asegurar, por tanto, un nivel de financiamiento basal suficiente para los requerimientos de las escuelas en tiempos de pandemia.
2. Participación:
La directora ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia, indica que «es necesario considerar la voz de las comunidades educativas en la toma de decisiones: preguntarles cuáles son sus necesidades, preocupaciones, los temas que quisieran que se consideren a la hora del retorno a clases, una conversación que incluya a docentes, directivos, familias y estudiantes». De igual forma, habrá que considerar espacios de participación para niños, niñas y jóvenes donde sus ideas y percepciones sean valoradas y consideradas; tienen derecho a expresarse, a ser escuchados en todos los asuntos que le afectan y que esas opiniones sean tomadas en cuenta.
3. Flexibilidad:
Dada las distintas condiciones de cada territorio del país, como al interior de cada establecimiento, es fundamental promover el criterio de flexibilidad para la toma de decisiones e implementación de medidas, que permitan adaptarse a las distintas realidades. Para algunas escuelas será inevitable la instalación de un sistema “híbrido” o “mixto” de clases presenciales en paralelo a las clases en línea, por ejemplo.
4. Un descanso “real”:
Asegurar un tiempo de vacaciones y descanso real para que las comunidades educativas puedan recuperarse y adaptarse a los cambios, resguardando el cuidado de la salud mental. La experiencia del confinamiento, la incertidumbre, la experiencia con la enfermedad propia o de algún familiar, la pérdida y otras situaciones que están tocando a las familias requieren de un plan nacional que ayude a las escuelas a cubrir estas necesidades.
5. Promover espacios para la contención socioemocional:
Especialmente en el período de reintegro a las clases presenciales, será necesario generar espacios para el diálogo, la escucha activa y promover empatía entre las y los distintos actores de la comunidad educativa. Es importante favorecer oportunidades de encuentro para compartir vivencias, emociones, y poder así fortalecer los vínculos afectivos. Sería deseable también poder reforzar los equipos psicosociales, para que estos puedan apoyar este trabajo en los distintos niveles, pues el apoyo emocional es una primera necesidad de los estudiantes, las familias y los equipos de la escuela.
6. Reflexión en la vuelta a clases:
La escuela debe asegurar espacios de reflexión profunda de los equipos docentes para definir los procesos pedagógicos para lo que queda del 2020 y al menos el 2021. Es una oportunidad de pensar cómo organizarán el currículum -a propósito de la priorización curricular- cómo promover aprendizajes significativos a través de innovación pedagógica, la reestructuración de grupos, organizar por niveles de logros, entre otras ideas para los nuevos tiempos. Existe la oportunidad de poder pensar en torno al valor agregado que entrega la escuela, que trasciende al contenido curricular. Un desafío estimulante que permite soñar una nueva escuela, para un nuevo Chile.