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Liceo Claudio Arrau de Carahue: aprender vinculándose al territorio

“En un diagnóstico, apareció fuerte la inquietud de abrirse a la comunidad, compartir los saberes del colegio. No hay una conexión entre nosotros y Carahue, porque los estudiantes cuando salen se van a trabajar a empresas grandes, alejadas del pueblo”, explica Rodolfo Acuña, profesor del Liceo Público Claudio Arrau León, ubicado en La Araucanía. En […]



“En un diagnóstico, apareció fuerte la inquietud de abrirse a la comunidad, compartir los saberes del colegio. No hay una conexión entre nosotros y Carahue, porque los estudiantes cuando salen se van a trabajar a empresas grandes, alejadas del pueblo”, explica Rodolfo Acuña, profesor del Liceo Público Claudio Arrau León, ubicado en La Araucanía.

En el liceo Claudio Arrau son 960 estudiantes. Cuando llegan a tercero medio, un grupo continúa en la modalidad Científico Humanista. “Llevamos 35 años de ingreso exitoso a la Universidad. Vía PSU, unos 60 al año”, asegura Bernardino Cárdenas, director del colegio. Otro grupo sigue en Técnico Profesional. “En el año 94 abrimos las especialidades, pero hasta hace poco no se potenciaban”, agrega.

Entonces, esas dos necesidades se convirtieron en objetivos: empujar a la comunidad educativa a acercarse a su territorio –Carahue– y fortalecer la rama técnica del liceo, en particular, la carrera de Productos de la Madera. Así nació la idea de construir muebles para familias que habitan viviendas de emergencia.

Conectarse con la comunidad

El liceo se acercó a la Dirección de Desarrollo Comunitario (DIDECO) de Carahue. Acordaron que una ayuda concreta sería la entrega de muebles modulares para familias que habitan viviendas básicas, construidas por la Fundación Techo. Así, alumnos y alumnas se enfrentan al desafío de diseñar muebles para espacios de 42 m², con lo que solucionarán “necesidades concretas de la comunidad en la que viven”, señala Rodolfo Acuña.

Para financiarse, postularon a un Fondo de Iniciativas Escolares (FIE), de Fundación Luksic, ayuda que según la Coordinadora de Proyectos de la Fundación, Valeria Acevedo, tiene pertinencia cultural, pues “escucha las necesidades de las comunidades educativas desde la fuente principal: ellos mismos”, y a partir de ello, contribuye a fortalecer el proyecto educativo.

Daniela Díaz tiene 18 años y estudia en el Liceo Claudio Arrau. “Vivo en el campo y me gusta la madera. Quiero seguir estudiando ingeniería y especializarme en muebles”. Dice que el profesor Rodolfo les contó del proyecto y a ella le gustó, porque hasta ahora, solo habían diseñado muebles para ellos o para vender. “Vamos a favorecer a 20 familias, que no pueden comprar muebles de calidad”.

Para Magaly Sepúlveda, del Centro de Liderazgo Educativo de Educación 2020 -que en alianza con Fundación Luksic, realiza un acompañamiento en el liceo- “este proyecto permite una conexión real con la comunidad, algo difícil de lograr en las aulas”.

Y Patricio Carrasco, investigador de Política Educativa de Educación 2020, complementa: “Más que producir muebles, aquí hay una oportunidad de trascender. La Unesco es clara: la formación técnica es tan potente, que desarrolla su entorno. Y más importante aún, eleva las expectativas de los y las jóvenes, de cómo pueden contribuir al país desde la educación y el trabajo”. 

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