26 mayo, 2014
Por Patricio Carrasco, cientista político del área de Política Educativa de Educación 2020. Los anuncios del 21 de Mayo en educación traen importantes señales: asegurar el derecho social a la educación y que el Estado se comprometa con una educación de calidad, equitativa e inclusiva. Estamos conscientes que abarcar todos los problemas de la educación […]
Por Patricio Carrasco, cientista político del área de Política Educativa de Educación 2020.
Los anuncios del 21 de Mayo en educación traen importantes señales: asegurar el derecho social a la educación y que el Estado se comprometa con una educación de calidad, equitativa e inclusiva. Estamos conscientes que abarcar todos los problemas de la educación chilena en un discurso es prácticamente imposible. También es cierto que el timing político obstaculiza avanzar en todos ellos de forma paralela. Sin embargo, hay una sensación desalentadora al no dar una señal clara en el ámbito de la educación y formación técnico profesional.
Casi el 50% de la matrícula en educación media pertenece a liceos técnicos. Se trata de los alumnos y alumnas más vulnerables, en su gran mayoría pertenecientes a los dos primeros quintiles de ingreso. Algo similar sucede en la educación superior donde, de la matrícula total, más de la mitad estudian carreras técnicas en CFT e IP. Por eso creemos transcendental avanzar en medidas que contribuyan a mejorar la calidad de esta modalidad de enseñanza.
La propuesta de crear los cinco primeros Centros de Formación Técnica (CFT) públicos regionales era necesaria hace mucho, y su materialización amerita un reconocimiento. Esta medida permitirá, en primer lugar, rescatar la responsabilidad estatal que antes se tuvo con la formación técnica y el puente que ejercía entre el mundo educativo, trabajadores y empresa. En segundo término, creará oferta pública en una modalidad educativa que hoy se encuentra plagada de vicios tales como el lucro –permitido por ley–, la discutible calidad de sus entidades y una estigmatización al más puro estilo “chilensis” que reafirma constantemente la idea de que técnicos es igual a pobres.
Mientras la agenda de educación técnica pone sus esfuerzos por crear estos CFT públicos, nos preguntamos qué pasará con los liceos técnicos. Año tras año se insiste en excluirlos del discurso y la ejecución de políticas educativas serias. Estamos avanzando en dar garantías al derecho a tener una educación de calidad en el sistema escolar, pero esto, de momento, no logra igualar las condiciones y oportunidades en todas las modalidades: la técnica sigue siendo el último escalón de la educación.
La educación técnica plantea grandes desafíos que, lamentablemente, aún no han sido abordados. Es urgente cambiar el paradigma, pasando a un sistema donde las comunidades educativas, actores locales, instituciones públicas y empresas sean un mismo cuerpo en la definición de necesidades del desarrollo social y económico de las regiones. Necesitamos un tejido colaborativo, cuya base sea una macro institucionalidad que abarque la formación técnica entre los Ministerios de Educación, Trabajo y Economía; formación pedagógica en todos los docentes de liceos técnicos; repensar la subvención escolar de todas las especialidades; terminar con el lucro en CFT e IP; instalar consejos de formación profesional en todas las regiones del país; comenzar a armar el marco de cualificaciones nacional; flexibilizar trayectorias educativas pertinentes a esta modalidad; e invitar a las empresas para que alternadamente avancen en pro del sistema educativo.
En Educación 2020 estamos convencidos de la importancia de la enseñanza técnica profesional. Nuestra bandera de lucha no es “más técnicos para Chile” ni “para la productividad”: las personas son mucho más que un recurso para la economía. Entendemos que la educación técnica en el país es relevante porque sencillamente un amplio sector de la sociedad chilena ha visto en ésta una vía para desarrollar conocimientos y habilidades, y que con el tiempo esa será una tendencia mucho más marcada. Por eso decimos “Educación técnica ¡ahora!”.
Abramos la discusión, la preocupación y ocupación por este proyecto educativo teniendo como horizonte la calidad y la equidad. Esperamos que las agendas política y social de los próximos meses posicione a la educación técnica profesional en la misma senda del derecho a una educación de calidad, con equidad e inclusión.
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