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Francisco Javier Gil: “No dar respuesta a esos miles de jóvenes de colegios pobres es un acto de violencia”

Francisco Javier Gil, Licenciado en Química, Doctor en Ciencias, asesor de equidad en la Unesco, académico de la Usach, que usa un crucifijo de madera sobre el pecho y prefiere hablar de personas vulneradas y no vulnerables –“porque es distinto: tú no eres vulnerable, a ti se te han vulnerado tus derechos”– impulsor del ránking […]



Francisco Javier Gil, Licenciado en Química, Doctor en Ciencias, asesor de equidad en la Unesco, académico de la Usach, que usa un crucifijo de madera sobre el pecho y prefiere hablar de personas vulneradas y no vulnerables –“porque es distinto: tú no eres vulnerable, a ti se te han vulnerado tus derechos”– impulsor del ránking de notas, de los propedéuticos, de los cupos supernumerarios y de un sinfín de medidas a favor de la inclusión en la educación superior desde el año 92; el mismo que afirmó que “la gratuidad hay que ganársela”, habla de la invisibilizada educación técnico profesional y cómo la exclusión es violencia.

–¿Cómo empiezas a involucrarte en estos temas?
–A mí me impactó mucho el caso de Carmen Gloria Quintana. Cómo un ser humano quema a otro ser humano. Cuando llegó la democracia, me pidieron que hiciera el informe de reconciliación de la Usach. Eso marcó mi vida. Cuando le das un tiro en la sien o quemas vivo a alguien, le quitas la vida. Y lo que ocurre con los niños que van a colegios municipales o particulares subvencionados pobres, que no pueden desarrollar toda su potencialidad ni su proyecto de vida, no es tan diferente.

–¿Para qué buscar sistemas de ingreso diferentes a la PSU?
–En Chile, hay alrededor de 3.300 colegios y en 450, ningún niño saca 475 puntos en la PSU. Nos rebelamos a creer que allí no hay al menos uno, dos o tres jóvenes con talento académico. En estos 25 años hemos acumulado evidencia que demuestra que los talentos están igualmente distribuidos entre ricos y pobres, en todas las etnias y todas las culturas. No dar respuesta a esos miles de jóvenes de colegios pobres es un acto de violencia.

–¿Por qué la PSU no les da respuesta?
–La PSU mide contenidos. Si un niño responde bien muchas preguntas es porque fue a un colegio donde le dieron las respuestas; si un niño no conoce todos los contenidos del currículum, ¿es porque no quiso saber o porque no tuvo la oportunidad de saber más? Por eso hemos diseñado otros métodos: propedéutico, PACE o el puntaje ránking, que indica cuánto aprovechaste tú las oportunidades que tuviste en el colegio.

Sobre el propedéutico, explica que es un método de acompañamiento para jóvenes, durante el segundo semestre de cuarto medio, que nació en el 2007 en la Usach y se amplió a otras 16 universidades en 2014. “Entrando a la universidad no podíamos seguirlos acompañando, era un poco sálvense quien pueda”. Eso se corrigió en el PACE, que comenzó en 2014, cuyo acompañamiento es desde primero medio. “Es brutal cómo se amplían las expectativas”.

–Pero estas medidas son paliativas en un sistema escolar segregado. ¿Cómo corregir lo que sucede previo a la educación superior?
–Yo no sé cómo disminuir la segregación social en la educación básica y media, pero sí sé cómo disminuirla en la educación superior. Lo que no es presentable, para mí, es no hacer nada ante la segregación, porque eso es violencia. Otra gente en Chile debe trabajar en pos de la no segregación escolar.

–¿Qué nos depara como sociedad si no combatimos esa segregación?
–Si quienes están en la mesa tomando decisiones son siempre los mismos, si no tenemos un país más cohesionado, con mayor igualdad de oportunidades, podríamos tener convulsiones sociales muy graves, nuevas dictaduras. Así de duro.

–En ese sentido, ¿van por buen camino medidas como las de la ley de inclusión?
–Absolutamente. No puede haber colegios en los que estudien los que ganan $500 mil y al lado los que ganan $490 mil. Eso nos hace un daño tremendo. Los colegios y la universidad deben ser tan diversos como diverso es el país.

–A veces se generaliza educación superior como sinónimo de Universidad, como si la educación en CFT e IP no existiera.
–Eso es un grave error. Para desarrollar nuestras potencialidades podemos o no requerir estudios universitarios. No es que si a ti no te gusta estudiar eres inferior a mí. Esas son insensateces. Debe existir una oferta de instituciones serias y acreditadas. Si quieres continuar estudiando en la universidad, que puedas hacerlo. Si quieres entrar al mundo del trabajo, que también puedas hacerlo. No necesito ser universitario para ser feliz.

–¿Se considera la educación técnica en los programas PACE y propedéutico?
–Casi todo nuestro trabajo ha sido en colegios técnico profesionales (TP). Hay una idea errada de que esos jóvenes decidieron libremente estudiar en un liceo TP. Muchas veces estudian allí porque no tuvieron otra opción. Es violento que les digan que no pueden continuar en la educación superior, porque el talento está igualmente distribuido entre científico humanistas y técnico profesionales.

Según Gil, para esos chicos y chicas, los primeros semestres de nivelación son los más duros. Sus notas son más bajas que las de sus pares que ingresan vía PSU. Sin embargo, al cabo del cuarto semestre “son académicamente indistinguibles e incluso superiores”. La clave es que “es muy fácil nivelar a niños que quieren nivelarse”, pues poseen una motivación y gusto por el estudio “superior a la media nacional”. Respecto de la oferta, Gil asegura que la mitad de los cupos PACE en universidades como la Federico Santa María o la de Temuco corresponden a las facultades de tecnología.

–¿Cómo es tu escenario ideal de ingreso a educación superior?
–Tres vías de ingreso: la primera, los top 10% o 15% ingresan eximidos de la PSU. No hay por qué volver a demostrar la facilidad y el gusto por el estudio. Si vienen de colegios donde no entregan todos los contenidos, que la universidad los reciba con planes de acompañamiento y nivelación. La segunda, como ahora: con PSU, pero enriquecida con nuevos instrumentos, que consideren a los jóvenes del área artística, por ejemplo. La tercera vía es para gente mayor que no aprovechó las oportunidades de su contexto y, luego de años, decide estudiar. Para ellos, 0% de ponderación de notas y ránking. 

Y concluye: en el sistema actual hay un doble mérito para las universidades que ponderan alto la trayectoria escolar y bajo la PSU: pierden mucha plata, porque el Estado paga por los 27.500 puntajes más altos; pero se quedan con los mejores alumnos. Una universidad inteligente va a buscar los talentos donde sea.

Foto: gentileza de iglesia.cl 

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