17 diciembre, 2014
“En el colegio decimos ‘hola’, pero en mi casa es diferente, nos saludamos ‘mari mari’. Hace poco con unos compañeros empezamos a saludarnos así. Ahora es costumbre. Don Hernán ve eso y nos enseña otras palabras y así vamos aprendiendo más”, cuenta Andrea Pérez Painemilla, joven mapuche de 15 años, estudiante del Liceo Público Reino […]
“En el colegio decimos ‘hola’, pero en mi casa es diferente, nos saludamos ‘mari mari’. Hace poco con unos compañeros empezamos a saludarnos así. Ahora es costumbre. Don Hernán ve eso y nos enseña otras palabras y así vamos aprendiendo más”, cuenta Andrea Pérez Painemilla, joven mapuche de 15 años, estudiante del Liceo Público Reino de Suecia, el primer colegio de Puerto Saavedra que busca ser intercultural.
La anécdota de Andrea refleja una tensión al interior de su colegio: en el Reino de Suecia, más del 90% del alumnado pertenece al pueblo mapuche y sin embargo, el proyecto educativo, hasta ahora, no se hacía cargo de esa diversidad, sino que ignoraba la cultura y el origen de las y los jóvenes.
Hernán Marinao es ex alumno y actual inspector del liceo. Recuerda cómo, en su niñez, la escuela reprimía su identidad mapuche. “Nos castigaban si no hablábamos castellano. Muchos niños desertaron del colegio por esa discriminación”. Hoy, para él, son los propios jóvenes quienes reniegan de su cultura. “Acá no practican lo que hacen en sus comunidades. Se avergüenzan de ser mapuche, tienen miedo del prejuicio. Entonces viven dos mundos”, agrega.
En marzo de 2014, se renovó el equipo directivo del colegio y llegó Bernardo Olave como nuevo director. Olave detectó este conflicto y comenzó a liderar el proyecto intercultural: “Estamos rodeados de comunidades mapuche, el colegio tiene que hacerse cargo de su entorno”, asegura.
Cómo hacerlo
“A partir de reuniones con gente de la comuna, apoderados, comunidades y estudiantes, estamos construyendo un concepto compartido y propio de educación intercultural para el liceo”, explica Julio Parra, profesor encargado de la iniciativa. Cuando esa etapa finalice, dice, capacitarán a los demás profesores en el tema y realizarán talleres, “no sólo serán más horas de mapudungun, la interculturalidad va más allá de eso”.
Bibiana Rodríguez, doctora en educación y profesional del Centro de Liderazgo Educativo de Educación 2020, lo detalla. “Las experiencias de interculturalidad favorecen el intercambio de patrimonio simbólico, donde dos culturas se sitúan en una posición simétrica y, en ese ejercicio de valorización del otro, se pone en cuestionamiento la cultura dominante”, explica.
Julio Parra comenta que lo que se espera es que los jóvenes se acerquen a su cultura y la revaloricen, a través de talleres diversos y contextualizando los contenidos acorde a su realidad sociocultural. “Las asignaturas pueden implementar conocimiento mapuche. Nosotros tenemos matemática, por ejemplo, el metahue, un cántaro con su propia métrica”, complementa Hernán Marinao.
De este modo, “no se trata de implementar una educación netamente mapuche, se trata de incorporar la cultura ancestral al currículum del liceo”, añade Juan Paillafil, alcalde de Puerto Saavedra. Este desafío de poner la educación intercultural como centro es acompañado por Educación 2020, a través de su Centro de Liderazgo Educativo y en alianza con Fundación Luksic. “El espacio educativo es un lugar privilegiado para diseñar y ser referente de modelos de relación entre huincas y mapuche”, asegura Claudia Henríquez, profesional de Educación 2020 que trabaja en el proyecto.
La fortaleza de esta iniciativa, piensa el director Bernardo Olave, es que “hay un ambiente y sensación de que es el momento de hacerlo, desde el alcalde, pasando por los alumnos y apoderados”, quienes se plantean como meta que el colegio se convierta “en intermediario de los dos mundos, si no, ¿cómo creas respeto con el otro? Necesitamos un puente para transitar de una cultura a otra sin agresión, y ese puente será la escuela”, dice.
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