14 marzo, 2016
“Chicos, a contar los cubos. Chicas, ustedes los guardan”. “Usted, siéntese como señorita”. “Escuchemos a Marco… fuerte, ¡con voz de hombre”. Con estas frases un video lanzado por Mineduc y ComunidadMujer busca sensibilizar sobre el currículum oculto de género, una serie de prácticas no visibles pero explícitas, que condicionan las identidades y relaciones entre varones […]
“Chicos, a contar los cubos. Chicas, ustedes los guardan”. “Usted, siéntese como señorita”. “Escuchemos a Marco… fuerte, ¡con voz de hombre”. Con estas frases un video lanzado por Mineduc y ComunidadMujer busca sensibilizar sobre el currículum oculto de género, una serie de prácticas no visibles pero explícitas, que condicionan las identidades y relaciones entre varones y mujeres en los espacios educativos.
La campaña apunta a develar cómo estas frases y actos, que pretenden educar a niños y niñas, en realidad contribuyen a perpetuar estereotipos nocivos de género, asociados a mujeres en ocupaciones domésticas y varones en ocupaciones de mayor incidencia pública. Roles que generan desigualdad económica y que impiden que alumnos y alumnas sigan su vocación o elijan libremente profesiones “no tradicionales”, por temor a la condena social.
Esta brecha de género se reproduce en educación: con diez años de escolaridad promedio, los hombres ganan 290 mil pesos y las mujeres sólo 190 mil. A la vez, las carreras técnicas profesionales que usualmente son estudiadas por mujeres —relacionadas al cuidado de los otros— tienen peor reconocimiento social y económico. Según la Fundación Sol, las personas más pobres en Chile son mujeres.
Loreto Jara, profesora e investigadora de Política Educativa de Educación 2020, entrega algunas claves para educar con igualdad en la sala de clases. “Es necesario distribuir tareas y responsabilidades de manera equilibrada y diseñar experiencias de aprendizaje considerando los intereses de cada estudiante, pero sin atribuir esos intereses de manera arbitraria a su género”, asegura.
Estos sesgos arbitrarios están en la cotidianeidad de las escuelas. Hace un tiempo, Educación 2020 publicó la columna “Una bandera para las niñas de Chile”, en la que se mostraba cómo hay escuelas donde el acto cívico era un momento de protagonismo para los niños, relegando a las niñas (también futuras ciudadanas) a un segundo plano.
Por ello, “gestionar las aulas de forma inclusiva supone desprenderse de muchas creencias que tenemos asociadas a tradiciones culturales, lo que es necesario para disminuir brechas sociales. La sala de clases tanto como el patio o la sala de profesores o cada rincón de la escuela son lugares privilegiados para avanzar en ese camino”, concluye Jara.
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