13 diciembre, 2016
La culpa es nuestra, nuestra ceguera como sociedad frente a los derechos vulnerados de los niños, niñas y adolescentes del Sename. La muerte de la pequeña Lissette Villa en el Centro Galvarino en Santiago fue sólo una de las tantas historias que se presentan día a día y producen la profunda crisis que hoy vive […]
La culpa es nuestra, nuestra ceguera como sociedad frente a los derechos vulnerados de los niños, niñas y adolescentes del Sename. La muerte de la pequeña Lissette Villa en el Centro Galvarino en Santiago fue sólo una de las tantas historias que se presentan día a día y producen la profunda crisis que hoy vive esta institución.
Soy estudiante de enseñanza media. En un período de mi vida di ayudantía en un antiguo centro de niñas del Sename, cerca de mi casa. Fui solo dos veces y eso me bastó para ver la mediocridad en la que vivían. No tenían atención médica y cero apoyo e interés en cada una de sus inquietudes. Camas sucias, rotas, algunas totalmente destruidas. La muralla de atrás, que daba a una bencinera, estaba toda rota, super fácil para que las mismas niñas escaparan de noche. Finalmente eso pasaba.
Recién en 2012, luego de muchos años de silencio, un informe detalló a nivel nacional las horribles deficiencias del sistema de protección de menores. Para muchos fue una sorpresa. Solange Huerta presentó cifras escalofriantes: entre 2005 y 2016, exactamente 865 niños, niñas y adolescentes fallecieron bajo la tutela del Sename. Además, Huerta entregó cifras de mayores de 18 años fallecidos: 448 personas. En total, son 1.313 muertos bajo la “protección” del Estado. Diez personas cada mes, en promedio.
Si esta situación ha proseguido es porque como sociedad hemos fallado. Todos somos culpables. En primer lugar, el Estado, por instaurar medidas parches y alimentar un sistema que debió dar seguridad y terminó por vulnerando y matando a niños y niñas. Tratándoles como objetos, más que como sujetos o seres con entidad.
La culpa también es nuestra, como ciudadanos y sociedad civil. Gran parte de la violencia contra los niños y niñas está en la misma gente y es muy aceptada. Según Unicef, el 71% de los niños y niñas ha sufrido algún tipo de violencia y 1 de cada 4 niños y niñas HA SUFRIDO VIOLENCIA FÍSICA GRAVE. Lamentablemente, para la sociedad, esta situación no pasa más allá de indignación y pena transitoria.
Tras toda esta crisis, el comité para la convención de los derechos de los niños de la ONU sugirió a Chile seguir promoviendo la existencia de hogares de acogida, como forma de tutela alternativa, pero cuyo ingreso sea última medida. También, señala que se asignen suficientes recursos, aspectos de los que el Estado aún hace oídos sordos.
Necesitamos tomar conciencia, sobre las denuncias y las violaciones de derechos humanos no solo de la salud de los niños, sino también sobre abusos sexuales. Se necesita fortalecer el sistema lo antes posible, mejorar la fiscalización, la rehabilitación y re inserción. ¿Queremos como sociedad avanzar efectivamente en la defensa y protección de los derechos humanos de nuestros niños, niñas y adolescentes? Entonces hagamos las cosas bien, no queremos más menores fallecidos por el desinterés injustificable de quienes los tenían a su cargo.
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